Tu y aquél amor,
que hace lo que quiere,
terminarán por mezclarme;
ya la piel me llora,
mis ojos te palpan,
el estómago me late,
el corazón me pica.
Estos brazos crecen,
y debo podarlos
una vez al mes.
Florecen lianas en este pecho,
aldeas en la espalda,
jardines en mis piernas.
Sal y vuelve a entrar,
diré que recién llegas,
este alma no está habituada
a tan grandes fiestas.
Juan Manuel Marinaro
No hay comentarios:
Publicar un comentario